Una relación es sana, cuando ese contacto con el otro, saca de nosotros nuestra belleza, nuestra luz, nuestra verdad, nuestro amor, nuestra generosidad, la simpleza, el servicio, la entrega, el humor, la alegría y el entusiasmo de seguir creciendo juntos, complementando uno, lo que el otro no manifiesta aún y viceversa. Pero si la relación con el otro, solo hace aflorar en nosotros, la fealdad, la vulgaridad, la violencia, la manipulación, la carencia, la demanda, la indiferencia, la frialdad, ese es decididamente un vínculo enfermo.
¿O por lo contrario, no solo estancamos nuestros comportamientos, sino que la personalidad sigue suelta y causando karmitas dolorosos porque el Ser no logra reflejar aún su potencial?
Aquel que en una relación da, porque ve al otro como una prolongación de uno mismo, es decir se da a si mismo en el espejo del otro, y además siente la alegría de fundirse en el acto en si, sin esperar el reconocimiento o la devolución del otro, entra de lleno en el plano de lo incondicional, y sana su cuerpo físico, el mental y el emocional; sana literalmente su vida.
Aquel que no espera, porque sabe que al amar en el aquí y ahora, ya recibió en forma simultánea muchísimo más que lo que el anhelo mental esperaba, ese comprendió que se hace dueño de su vida, y no especula con la posible devolución efímera de los demás para seguir sobreviviendo.Amigos divinos, tómense esos minutos de reflexión con ustedes mismos. Cuántos más mejor. La dicha que empieza a percibirse, no se compara en nada a los estímulos mundanos que duran cada vez menos.
POR: ESPIRITUALIDADDIARIA. INFOBAE.ARREGLOS FOTOGRAFICOS: ALBERTO CARRERA
No comments:
Post a Comment