El número 72 parece un número cualquiera, pero ayuda a clarificar la mitad de las principales cuestiones económicas del día a día. Esto es algo que podría ser algo complicado y aburrido, pero no cabe duda de que es realmente útil.
Por ejemplo, nos preocupa la inflación. ¿Cuánto tiempo tarda un nivel de incremento de precios, digamos del 6% al año, en dejar en la mitad el valor real de nuestros ahorros? Fácil: tome el 72 y divídalo entre seis. La respuesta, 12, es el número de años que pasarán antes de que US$1.000 se conviertan en US$500.
Otro ejemplo, fuente de preocupaciones: el crecimiento económico o lo que se deja de crecer mientras luchamos por salir de la crisis.
¿Cuánto demorará un crecimiento económico de un 2,5% al año en hacernos el doble de ricos? Pues tome el 72 y divídalo por 2,5. El resultado es 29, es decir, en 29 años se multiplicará por dos el tamaño de la economía.
La línea del 2% termina en US$120.000, pero el efecto de agregarle un 0,5% podría llegar a suponer US$60.000 al final. Y esto no es inflación, es dinero real acumulado después de la pérdida de capacidad adquisitiva si se consigue ese 2% o 2,5% de crecimiento.
Otro caso es la preocupación por el agotamiento de los recursos naturales. Si quiere saber cuánto petróleo consumiremos si la demanda global crece, digamos un 2% al año, pues efectivamente, hay que dividir 72 entre dos: en 36 años el consumo será el doble. Así que si piensa que la demanda crea presiones ahora...
Es fácil subestimar la velocidad a la que los pequeños cambios suceden. La regla del 72 lo explica y muestra que lo que normalmente importa de verdad no es una gran cifra que salta en un momento, sino las pequeñas que se repiten de forma constante.
Y es que la regla del 72 también ayuda a mostrar cómo podríamos arreglar el problema de la deuda.
Digamos que en un país cualquier hay un 5,5% de inflación, que tampoco es algo imposible, combinado con un crecimiento del PIB del 2,5%, algo más o menos normal en Europa.
Junto, eso suma un 8% de cambio en la cantidad de dinero de una economía de un año para otro. Así que, si dividimos 72 entre 8, el resultado, 9, quiere decir que ése es el número de años que tardaría en reducir a la mitad el valor de la deuda pública en relación con el ingreso nacional.
Eso, partiendo de que jugar con la inflación no es una gran idea, pues podría decirse que significa despojar a la gente del valor de sus cosas, y teniendo en cuenta que también dependería de que a lo largo del tiempo no se agregue más deuda, algo, por decirlo de alguna manera, poco probable.
Todos estos son ejemplos de cambio exponencial o continuo. Una vez se llegó a decir, de forma un poco exagerada, que el mayor defecto de la raza humana es su incapacidad para comprender la función exponencial.
Corolario: el consumo de petróleo creció de forma constante cada año y la cantidad consumida en el periodo en que se duplica sería mayor que todo el que se había gastado en la historia de la humanidad.
Si el PIB se dobla cada 29 años, entonces, en ese periodo, la economía sería mayor que la de toda la historia agregada.
Esto viene a mostrar por qué algunos defienden que en el crecimiento el largo plazo se juega todo, para bien o para mal: al menos en economía, si no es verdad también en todo el Universo.
Pero hay que reconocer un problema para la regla del 72 y es que, en el fondo, no es el número correcto, no es preciso.
Si de lo que se trata de precisión, entonces mejor usar el 70 o hasta el 69. Los defensores del 72 dicen que su gran ventaja es que es divisible por 2, 4, 6, 8 y 12, así que simplifica la aritmética.
En cualquier caso, la idea se mantiene: tenga cuidado con esas cosas pequeñas, que crecen.
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