“Mi papá decía que a los chicos los educan los padres o la televisión. Trasladando, a los adultos los educan los partidos políticos o la tele. El electorado de la ciudad es móvil, permeable a las modas, los carismas y la televisión, a partir de la cual se deciden los votos. Si Tinelli se presentara como candidato, no tengo dudas de que ganaría”, consideró el escritor Guillermo Martínez en un resumen que incluye un cambio en relación a años no tan lejanos. “Se quebró el pensamiento político, la idea de decidir el voto por un proyecto, en parte porque nadie cumple las promesas, y entonces aparece gente sin inserción, como Miguel Del Sel, y es tercera fuerza en Santa Fe. Para ser candidato hoy, hay que tener un doctorado en simpatía y bailes diversos, una especie de reino de la estupidez.” El autor de Crímenes imperceptibles analizó otra variante, la económica, que más temprano que tarde influye en el cuarto oscuro: “En la medida en que las clases medias tienen más poder adquisitivo, sus aspiraciones se parecen a las de las clases altas y son más proclives a candidatos de derecha que tengan algo de esa aura de riqueza y poder. No creo que los votantes defiendan a Macri por su gestión de gobierno, que a lo sumo consideran mediocre, pero se dejó de lado la evaluación”.
Coincidió el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, en que “el macrismo propone una profunda despolitización, una deshistorización electoral. Nadie pensó en el fenómeno que estaba generando, un bloque cultural profundo en la ciudad”. El sociólogo aclaró que con deshistorización se refiere a que “el macrismo se despoja de las ideologías argentinas, Echeverría, Yrigoyen, Perón, y las transforma en imágenes de la vida doméstica, de cumpleaños, casamientos, para decir que no hay conflicto. El ser macrista supone una suerte de estado de balance de las ideologías argentinas, despojadas de sus características más específicas. Además, hay un estilo evangélico que linda con la represión y el racismo, pero no se dice explícitamente. Es como si hubiera venido a resolver el problema de la derecha cerrada, en un ambiente de francachela”.
Martín Kohan, autor de Cuentas pendientes, entre otras novelas, aportó otra característica a esta búsqueda de la esencia porteña: “Buenos Aires es una ciudad opositora, vota en contra de lo que domina a nivel nacional. Durante cierto tiempo tuvimos la ilusión de que era progresista, por los gobiernos que elegía, como el de Ibarra, pero fue un triunfo engañoso. Acá hay quienes creen que no hay más ideología, como Macri, pero también quienes votan al revés de lo dominante, no importa el signo. Y hay franjas tremendamente conservadoras en muchos sentidos. Macri es una expresión bastante adecuada y no troglodita de ser de derecha: un poco impostadamente aprueba el casamiento igualitario, tiene esa movilidad ideológica que facilita un tipo de adhesión que mañana puede estar en otra sintonía”.
El sociólogo Atilio Borón también rescató la gestión de Aníbal Ibarra pero para argumentar que los habitantes de la ciudad estamos lejos del conservadurismo: “Pensar que hubo un tsunami ideológico entre los porteños es absurdo. Hay que preguntarse por la calidad de la oferta progresista. Hace más de un siglo que la ciudad lucha por la autonomía distrital y se encontró con un candidato que se presentaba a sí mismo como obediente delegado de la Casa Rosada”.
El DT Ángel Cappa, quizá por los devenires de su actividad, no es amigo de las definiciones tajantes y prefiere analizar el contexto de las situaciones: “El voto no siempre refleja a la gente. La derecha tuvo un mensaje y una opción clarísima y la izquierda ni siquiera tuvo una opción. En Recoleta, Belgrano o Palermo, la gente vota para que no cambie nada, pero en Parque Patricios o Boedo tendría que votar para que cambie todo. Sin embargo, ganó Macri”.
Para el cineasta Enrique Piñeyro “el voto de Capital muchas veces fue de centroizquierda y en este caso, creo que el problema está en la izquierda. A los efectos prácticos, me dan lo mismo los desvaríos de Fito que la opinión de Ricardo Fort. Me preocupa más que el jefe de Gabinete agravie a los votantes, es poco democrático. En general el voto acá fue medio progre, con lo cual me parece que este viraje se relaciona con los dirigentes”.
Nadie puede dudar de la diversidad de clases sociales, intereses y conflictos, una característica que atenta contra una idea aglutinante para los porteños. Por otro lado, si se considera que uno de los significados de “swing” es, en relación a los jugadores de golf, el “movimiento oscilatorio”, puede decirse que, mal que le pese a Fito, los porteños tenemos mucho.
¿Y el voto gay?
En el caso de Macri, las primeras declaraciones que sobre nuestra comunidad se pueden recordar, por su alto impacto, fueron las realizadas al diario Página 12, durante el mes de junio de 2007, en plena campaña por la jefatura de esta ciudad. El entonces candidato opinaba que el homosexual “no es una persona ciento por ciento sana”, que la homosexualidad es “una desviación no deseada”, e incluso, ante la insistencia del periodista, remataba: “Y, ¿qué voy a pensar? ¿Que lo que hacen está bárbaro? ¿Usted festejaría que su hijo fuera homosexual? Por favor. El mundo nos ha hecho para que nos juntemos con una mujer”.
La reacción no se hizo esperar. En aquel momento, las organizaciones de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans pidieron no votar a Macri, y que lo hiciera por Filmus, quien también era el principal oponente en aquellas elecciones.
No obstante sus indefiniciones políticas hacia nuestra comunidad, la gestión de Mauricio Macri como jefe de gobierno porteño impulsó como ninguna otra el comercio y el turismo LGBT, a través de la acción ejecutiva de su Ministro de Turismo y Cultura, Hernán Lombardi, quien fuera responsable, entre otros logros, del desembarco del Hotel Axel en nuestra ciudad.
Tal vez fue este impulso comercial el que acercó a Macri a nuestra comunidad, animándose a acciones más concretas, como en el año 2008, cuando instituyó el 17 de mayo como “Día de la Lucha contra la Discriminación por Orientación Sexual o Identidad de Género”. También es válido recordar que el mundial de fútbol gay se llevó a cabo en Buenos Aires, con el apoyo de la Secretaria de Deportes porteña.
Sin embargo, las políticas no fueron tan claras para la población trans. En una entrevista otorgada a Página 12, en junio de 2009, Alex Freyre declaraba: “Si fuera por Macri, a las travestis las mandaría de una patada a la provincia, sin reconocer que son tan ciudadanas como él”. El disgusto de Freyre se debía en aquella oportunidad a la clausura de una academia de peluquería y costura para las personas trans que quisieran aprender un oficio y salir de la prostitución. “Ahora no está en funcionamiento porque Macri cerró el programa ‘Nuevos Roles Laborales’, que es el que permitía financiarlo. Lo cerró apenas asumió”, detallaba.
Ya en agosto de 2009, Macri sorprendía apareciendo en la tapa de la revista gay Romeo Mag, y brindando una interesante entrevista a Jorge Rial. Este suceso marcaría la etapa de mayor acercamiento a nuestra comunidad durante su gestión, que sería coronada por su decisión de no apelar el fallo de la jueza Gabriela Seijas, que habilitaba el matrimonio civil de Alex Freyre y José María Di Bello, hacia noviembre del mismo año. “Lo más importante es que podamos vivir en libertad sin perjudicar el derecho de los otros”, había declarado Macri.
Entonces, ¿Por qué ganó Macri si su gestión es de regular a mala?
Frente a una derrota siempre es más fácil ubicar la responsabilidad en los otros. Es la manera más fácil, pero también la menos inteligente.
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